Pero llegó el momento y no pudo pagar el billete. Todo se derrumbó. Estaba en una isla, una cárcel, la peor de todas: su casa. En las ventanas, barrotes. En las puertas, peaje. En el sótano, fantasmas. Quiso tener cierto dominio sobre la situación, así que se encerró en su cuarto. Al ritmo de las horas se enfrentaban hambre y apatía. Ya no quedan suelas de zapatos. De repente, un brillo. En el perchero había madurado un fruto, que ahora rodaba a sus pies. Al menos tengo una mandarina, sonrió. Una brisa, la ventana abierta. Y con ella, el horizonte. Parpadeó ante la luz que desvelaba la realidad de su dormitorio: estoy rodeada de principio. Entonces supo que lo poseía todo.
Lía
El optimismo plasmado en línea y media
ResponderEliminar:)
una mandarina? sera una empanada!
ResponderEliminarjajajaj u dos xD
ResponderEliminarsí, Isma, fuera de plazo, apuesta perdida ¬¬
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